miércoles, 4 de octubre de 2017

El Diablo Está Destruido



Introducción

¡Usted nunca caminará en victoria hasta que sepa que su enemigo está derrotado!

Como cristianos, no nos movemos de derrota en victoria.

No nos movemos de duda en fe.

Las Escrituras nos dicen, sin embargo, que hay un camino de fe que conduce a una fe mayor que es: “De fe a fe” (Ro 1:17).

De manera similar, nuestro punto de inicio hacia la victoria no es la derrota, sino la victoria: la victoria de Cristo. “Pero sean dadas gracias a Dios, que nos da la victoria a través de nuestro Señor Jesucristo” (1 Co 15:57).

En otras palabras, tenemos que empezar en victoria si es que vamos a obtener la victoria.

La duda, la derrota y la desesperación no es material con el que podemos edificar una vida firme y victoriosa.

No seremos ganadores mientras nos veamos como desamparados, víctimas desesperanzadas del diablo.

Satanás no tiene poder ni autoridad para derrotar a los hijos y las hijas de la familia real de Dios.

Sin embargo, tiene la capacidad para engañar a los hijos de Dios si no comprenden quiénes son en Cristo Jesús.

Dios eligió ocuparse de nuestra necesidad de poder sobre las fuerzas demoníacas, por vía de la revelación.

En una revelación Dios nos muestra o “revela” una verdad de la Escritura que no hemos visto o conocido antes.

Tal verdad, siempre se centraliza en Jesús y tiene el poder de liberarnos de nuestros temores.

(Jn 8:32, 36) “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres… Si el Hijo verdaderamente os libera, seréis realmente libres”.


A. LIBERTAD DEL TEMOR A LO DEMONIACO
(He 2:14, 15, simplificado). “Los hijos de una familia comparten la misma naturaleza física. Por lo tanto, Jesús – como nuestro hermano redentor – tomó sobre sí mismo nuestra naturaleza humana. Hizo esto para morir. Al morir, obtuvo acceso al reino de la muerte para destruir al que tenía el poder sobre la muerte, es decir al diablo. Jesús hizo esto para liberarnos del temor a la muerte por la eternidad. Éramos esclavos de ese miedo; ahora somos libres”


1. El Diablo Está Destruido

Jesús murió para que el diablo pudiera ser destruido.

Es una verdad absoluta y total.

Descansa en la plena autoridad de la Escritura. ¡El diablo ESTÁ destruido!

a. “Destruir.” Ahora bien, eso no significa que el diablo ya no exista. Todavía nos rodea. La palabra griega para “destruir” es  katargueo. Significa:

1)   dejar sin poder

2)   llevar a la nada

3)   reducir a cero

4)   dejar sin efecto

5)   paralizar

A través de Su muerte, Jesús no solo pagó la pena por nuestros pecados. Dejó sin poder al diablo, lo redujo a cero y lo paralizó.

(He 9:27; 10:27). Por lo tanto, ya no necesitamos temer al diablo ni al juicio que sigue a la muerte


2. La Muerte Perdió Su Aguijón

A través de Su muerte, Jesús nos mostró también que no debemos temer a los efectos físicos de la muerte. Ésta, no puede destruir el alma o el espíritu del hombre.

Aun tendremos un cuerpo glorificado como el del mismo Señor cuando Él vuelva en el poder de la resurrección.

(1 Co 15:55,57) “Oh, muerte, ¡dónde está tu victoria? Oh, muerte, ¿dónde está tu aguijón?… Pero gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria a través de nuestro Señor Jesucristo”.


3. Cristo Reina

Sí, la muerte y la resurrección de Jesús nos han liberado del temor al diablo y a la muerte.

El diablo fue derrotado en la misma base de su autoridad terrenal.

Su derecho a gobernar sobre la creación fue arrebatado por el Cristo crucificado.

El cetro o símbolo real de autoridad, le fue arrancado de la mano.


Y después de vencer al diablo, El Señor Jesús tomó Su lugar justo en el trono.