martes, 28 de mayo de 2013

UN DIA A LA VEZ



Enfóquese, concéntrese y considere un día a la vez. Mateo 6:34 "Así que no estén ansiosos a acerca del mañana. Dios cuidará de ustedes mañana también.  Viva un día a la vez."    

El Señor Jesús está diciendo, no abras el paraguas hasta que empiece a llover.  Hoy es el mañana por el que se preocupó ayer. Cuando usted se preocupa no hace nada por el ayer, usted no puede controlar el mañana y solo echa a perder el hoy. El futuro puede parecer aplastante. Por consiguiente Dios lo ha puesto en pequeñas piezas,  El nos lo da en un pequeño incremento de 24 horas cada vez.  Viva un día a la vez.

Mateo 6:11 "El pan nuestro de cada día..."  El preocuparse día con día es una opción.  No hay ninguna píldora que le haga que deje de preocuparse.  No hay ningún seminario, cd, o libro que lo ayuda detener la preocupación.  No hay ninguna experiencia espiritual que pueda usted tener para que no se vuelva a preocupar.  La preocupación y el remedio  para esta, va a ser una opción diaria, algunas veces diariamente, algunas veces momento por momento, en los cuales usted diga, ¿Voy a creer que el Señor es mi Pastor? ó ¿Voy a  creer que  yo soy mi propio Señor?  ¿Quién tiene el control de mi vida?  ¿Quién está dando las órdenes?  Si yo estoy al mando, tengo muchas cosas porque preocuparme.  Pero si Dios está al mando, es Su problema y Él lo puede manejar. 




La Llave De La Autoridad Del Creyente
A. NUESTRA POSICIÓN Y CONDICIÓN EN CRISTO
La epístola de Pablo a los Efesios cae naturalmente dentro de dos secciones: los primeros tres capítulos son una presentación positiva de la posición del creyente en Cristo. Esta sección concluye con esta promesa de bendición inspiradora...
"Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén" (Ef 3:20, 21).
Los segundos tres capítulos, tratan con las consideraciones prácticas en la vida del creyente.
Diríamos que la primera sección establece nuestra posición legal ante Dios; la segunda, el estado actual (condición) de nuestra vida cristiana.
La primera, trata con nuestra riqueza; la segunda, con nuestra vocación o caminar. La primera, nos muestra nuestros derechos; la segunda, nuestras responsabilidades. La primera, es doctrinal; la segunda, práctica.
1. Existe Un Orden Divino
Es importante que observemos el orden divino: primero, nuestra posición; después, nuestro estado o condición.
Hay demasiados cristianos que están tratando de perfeccionar su estado a fin de ganar la posición correcta delante de Dios.
Esto, es contrario al método de Dios.
Primero, Él nos da la posición correcta y nos pide que la creamos; luego, nos da poder para vivir en conformidad a la misma. Nuestra posición, nuestra riqueza, nuestros derechos y privilegios en Cristo son adquiridos únicamente por la gracia de Dios. Ellos, representan el favor de Dios sobre todos los creyentes.
2. Tenemos Que Aceptar Nuestra Posición
Si queremos cuidar de nuestra condición, nuestra vocación y nuestras responsabilidades en nuestra vida diaria, primero que nada tenemos que aceptar lo que hemos llegado a ser cuando fuimos ubicados en Jesucristo.
Es vital que creamos de corazón esta revelación divina como ha sido expuesta en los primeros tres capítulos de Efesios. Esto, nos dará el poder para "que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados" (Ef 4:1), como se nos requiere en los segundos tres capítulos.
Amigos, esta es la manera en que Dios siempre nos anima y ayuda. Primero, Él nos muestra lo que somos en Cristo. Él nos confiere las declaraciones certeras de Su gracia (poder capacitador). Luego, nos dice: "si solamente crees, entonces, lo que he declarado podrá llegar a ser una realidad práctica en tu vida". Así es que la fe obra. Creemos antes de ver.
La santificación o santidad de vida por cualquier otro medio, viene a ser una ley natural de las obras. Aun las buenas obras de la carne, son carnales. Las únicas obras que son agradables a Dios, son las que emergen como un fruto de Su gracia (capacitación divina) operando a través de nuestra fe en Su Palabra.
Veamos cómo esta verdad resplandece a través de Efesios.
B. LA BUENA PALABRA DE DIOS
En Efesios 1:3 tenemos un versículo que es el favorito de muchas personas:
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo".
Hay una profunda verdad oculta en este versículo. Las palabras "bendito" y "bendijo", vienen de la misma palabra griega de la que obtenemos nuestra palabra "elogio".
Esa misma palabra griega aparece en Romanos 15:29, donde Pablo dice:
"…llegará con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo", o literalmente, "la plenitud de la buena articulación del evangelio de Cristo".
En Romanos 16:18 se usa la misma palabra, pero esta vez en insinceridad.
Pablo habla de aquellos que "...con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos".
No obstante, las suaves palabras de Dios concernientes a nosotros, son genuinas y sinceras. Lea Efesios 1:3 ahora con una mejor traducción de su significado...
"Bendecido sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien ha hablado bien o con suaves palabras concerniente a nosotros con toda buena articulación en los lugares celestiales en Cristo Jesús".
Sí amigos, ¡esta es una verdad asombrosa! Dios nos elogia (articula o habla buenas palabras de nosotros) a medida que nos contempla en Cristo. Él habla grandes cosas de nosotros. Se expresa muy bien de nosotros.
1. Dios Habla Bien De Nosotros
Dios no habla bien de nosotros cuando estamos en nuestro estado no regenerado o adámico. Sin embargo, siendo que hemos aceptado a Cristo, Él nos ve en Su Hijo y nos tiene en muy alta estima.
a. La Naturaleza Adámica Tiene Que Morir. Él declara que nuestra naturaleza adámica tiene que morir con la vieja criatura cuando es crucificada con Cristo (Ro 6:6-11).
b. Somos Nuevas Criaturas En Cristo. Declara que somos nuevas criaturas en Cristo, que las cosas viejas pasaron y que todas son hechas nuevas (2 Co 5:17).
c. Resucitamos Con Cristo. Él declara que nosotros resucitamos con Cristo y reinamos con Él en los lugares celestiales (Ef 2:6).
d. Perfectos En Cristo. Todo lo que Cristo hizo no fue para Sí Mismo, sino por nosotros. Dios nos ve perfectos (completos, cabales, sin mancha) en Cristo.
2. Dios Nos Anima Y Ayuda
El Método de Dios para animarnos y ayudarnos, siempre ha sido el mismo. Él nos da Su Palabra y nos llama para que la creamos y la pongamos en práctica.
a. No Se Deje Engañar Por El Diablo. El diablo tomó este método prestado. Lo vemos usando esta técnica en Génesis 3. Cuando le dijo la mentira a Eva, la incitó para que la creyera y actuara de acuerdo a ella.
Si Eva hubiera creído la Palabra de Dios y actuado de acuerdo a ella, no habría caído en el pecado ni arrastrado a toda la raza humana hacia la ruina con ella.
b. Siga El Camino De Dios. Dios todavía se acerca al hombre de esta manera:
1) Él nos da Su buena Palabra, y
2) Nos pide que la creamos con todo el corazón, y
3) Actuemos en conformidad a la misma.
c. La Palabra De Dios Tiene Poder. De hecho, si creemos la Palabra de Dios sinceramente, Él nos otorgará poder para actuar de acuerdo a ella. En Su Palabra hay vida y tiene poder para materializar las cosas (para que vengan a ser lo que uno ha dicho que sean).
Una semilla que es plantada en la tierra, retoñará con la vida y forma que Dios diseñó. La semilla de la Palabra de Dios recibida en nuestros corazones, también producirá vida y forma en nosotros.
Es por eso que Dios nos elogia a medida que nos ve en Cristo. Él sabe que si recibimos y creemos Su Palabra, ésta se materializará (será vista en formas visibles) en nuestras vidas. Esta es la fórmula divina para la victoria cristiana.
C. NUESTRA UNIÓN CON CRISTO
Apartados de Cristo estamos muertos en nuestros delitos y pecados. Sin embargo, Dios nos llama a que nos veamos a nosotros mismos como si estuviéramos en Su Hijo.
Luego, nos pide que creamos que estamos crucificados con Él, sepultados con Él y resucitados con Él. Esta unión del creyente con Cristo, es vista en dos aspectos: nuestra posición legal (como un pariente Suyo), y nuestra morada vital.
1. Nuestra Posición Legal
Esta es nuestra posición legal delante de Dios. En el momento en que aceptamos a Cristo como nuestro Salvador y Señor, somos justificados. Se nos otorga una posición judicial, una posición legal delante de un Dios santo.
En Efesios 1:15-23, Pablo ora para que nosotros seamos iluminados espiritualmente en cuanto a nuestra posición legal en Jesús:
"Oro para que vosotros comencéis a entender cuán increíblemente grande es su poder para ayudar a los que creen en él.
Sucede que ese mismo poder majestuoso que levantó a Cristo de los muertos, le sentó en el lugar de honor a la diestra de Dios en el cielo, por sobre todo rey, o gobernador o dictador o líder.
Sí, su honor es mucho más glorioso que el de cualquier otro, ya sea en este mundo o en el mundo por venir (traducción literal)".
Luego en el Capítulo 2, Pablo declara que Dios "nos da vida" [nos levantó de los muertos] "juntamente con Cristo, y nos llevó al cielo para sentarnos en lugares celestiales con Cristo Jesús" (vs 4-6, traducción literal).
En la mente y propósito de Dios, cuando Cristo murió, nosotros también morimos en Él; cuando Él resucitó, nosotros también resucitamos con Él; y cuando Él ascendió a la diestra del Padre, nosotros también ascendimos y nos sentamos con Él en el trono a la diestra de Dios el Padre.
Estas son algunas de las "articulaciones buenas" pronunciadas por Dios a nuestro favor. Ellas representan una declaración divina de nuestra unión y privilegio legal por el hecho de estar con Jesucristo.
Pablo nos exhorta al decir: "…consideraos [dar por sentado] muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Ro 6:11).
La mente natural se rebela contra una revelación sobrenatural como esa. Es únicamente a medida que participamos de la mente de Cristo que podemos captar estas verdades.
Luego, éstas vienen a ser el camino hacia el poder y la victoria personal sobre los problemas, el pecado, la enfermedad y los demonios.
2. Nuestra Morada Vital
Dios nos ha otorgado una posición legal en Cristo (la cual, tenemos que aceptar por fe). Él también ha producido una experiencia vital en nosotros por Su Espíritu.
Al escribir a los Gálatas, Pablo dice: "Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de Su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!" (Ga 4:6).
Nuestra naturaleza adámica está muerta a Dios. Pero desde nuestro nuevo nacimiento habita en nosotros el Espíritu divino del Hijo. Pablo dice: "Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él" (1 Co 6:17).
Él vuelve a testificar en Gálatas 2:20: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".
Pablo ni vivió su vida diaria, ni condujo su tremendo ministerio dependiendo de su poder o sabiduría personal. Él operó por el concepto, divinamente inspirado, de que Cristo vivió dentro de él por Su Espíritu.
El Apóstol Juan también comprendió esta verdad: "…porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Jn 4:4).
El mismo apóstol escribió en Juan 1:16: "Porque de Su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia".
Esto, significa que nosotros los creyentes tenemos residiendo en nosotros el pleno potencial de la vida de Cristo. Él coloca Su amor, Su gozo, Su paz, Su paciencia, Su bondad, Su tolerancia, Su fe, Su mansedumbre y templanza (o autocontrol) dentro de nosotros (Ga 5:22, 23). Todos éstos, son el fruto de Su Espíritu que mora en nosotros.
Por fe aceptamos la posición legal que Dios nos ha dado (esto es, en nuestra posición legal en Cristo). El Espíritu de Cristo que mora en nosotros responde a nuestra fe y produce la naturaleza de Cristo en nosotros.
De estas dos maneras, [1] nuestra creencia y [2] la capacitación del Espíritu, nuestra unión con Cristo interacciona. Éstas, nos revisten de poder para vivir de tal manera que otros puedan ver a Cristo en nuestras vidas.
En medio del caos y las presiones de este mundo, no olvidemos nunca que tenemos dentro de nosotros un "santuario interno". Cristo debe residir allí. De Él tomamos los recursos que son más adecuados para cada necesidad y cada situación. Romanos 8:37 nos dice: "Antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó".
D. NUESTRA AUTORIDAD EN CRISTO
Porque Dios Mismo ha declarado que estamos en Cristo, y todo lo que es dicho concerniente a Cristo es dicho también concerniente a nosotros.
Al elogiar a Cristo, el Padre nos elogia (dice cosas de alta estima) en Cristo.
1. Autoridad Sobre El Poder Del Enemigo
Cristo tiene toda autoridad (Mt 28:18). Por consiguiente, nosotros tenemos autoridad (Lc 10:19):
"He aquí os doy potestad [autoridad] de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza [habilidad para hacer daño] del enemigo, y nada os dañará".
2. Autoridad Sobre Satanás
La cabeza de Satanás fue aplastada (fatalmente herida) y pisoteada bajo la planta del pie de Cristo (Gn 3:15). También es pisoteada bajo la planta de nuestros pies:
"Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies" (Ro 16:20).
Satanás ha sido legalmente puesto debajo de los pies de Cristo, en otras palabras, está sujeto a Su autoridad (Ef 1:22). Y Satanás también ha sido legalmente puesto bajo la planta de nuestros pies.
El salmista declaró: "Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón" (Sal 91:13).
3. Autoridad Como Los Embajadores De Cristo
Como Cristo fue enviado a este mundo, nosotros también lo hemos sido. Jesús dijo al Padre:
"Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo" (Jn 17:18).
Por lo tanto, somos embajadores de Cristo y tenemos Su autoridad para ir, hablar y actuar en Su bienestar (2 Co 5:20).
Él nos ha dado un poder legal, es decir, la autoridad para obrar como representantes de Jesucristo. Con Su autoridad predicamos el evangelio, colocamos nuestras manos sobre los enfermos y echamos fuera demonios.
4. Autoridad En El Reino De Dios
Jesús es el heredero de todas las cosas, y nosotros somos "herederos de Dios y coherederos con Cristo" (Ro 8:17). Nosotros compartimos los derechos de Su trono aquí y ahora mismo, y reinaremos con Él en Su Reino milenario.
5. Crea En Dios Por La Palabra
Amigos, de seguro que aquí hay una llave que puede transformar su vida. Crea esto. Abrirá para usted la puerta hacia los recursos inagotables del Reino de Dios.
En el Capítulo 1, consideramos que se encuentra la llave de La Autoridad De Cristo.
Aquí tenemos ahora una segunda llave: es la autoridad del creyente en Cristo o, como diríamos, la autoridad de Cristo en el creyente.
Dejemos de justificar los fracasos y convirtamos nuestras excusas en testimonios. Retengamos la llave que nos es ofrecida, creamos en ella, usémosla y comprobémosla.

Ese es su privilegio ¡Póngalo en operación!

miércoles, 15 de mayo de 2013

AUTORIDAD ESPIRITUAL



La Llave De La Autoridad De Cristo 
El Señor Jesucristo tiene autoridad absoluta. Esta presentación de la autoridad de Cristo, ha hecho que el poder de Satanás y sus demonios sea expuesto. Pero también nos ha provisto de un arma poderosa con la cual superar al enemigo y librar a los que están atados.
Consideremos algunos aspectos e implicaciones de la primera llave esencial hacia un ministerio efectivo y hacia una iglesia próspera: la autoridad de Cristo.
A. LA AUTORIDAD DE CRISTO
1. Fue Dada Por El Padre
El término griego exousia, significa una autoridad delegada, y esa es la palabra que fue usada por Jesús en Mateo 28:18: "Toda potestad [exousia] me es dada en el cielo y en la tierra".
Vemos esa autoridad ejercida por Jesús en Su ministerio terrenal. "Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres" (Mt 9:8). Fue la autoridad con la cual Jesús habló y ministró, lo que asombró a las personas.
A pesar de ello, Jesús dijo que recibió del Padre tanto Sus palabras como Sus obras (Jn 14:10,11).
2. Circunda El Cielo Y La Tierra
Cuando Jesús murió sobre la cruz, fue sepultado en la tumba y resucitó al tercer día para luego ascender al cielo y sentarse a la diestra del Padre, Él recibió "Toda potestad... en el cielo y en la tierra".
Pablo declara en Filipenses 2:10,11 que toda rodilla en el Cielo, en la tierra y debajo de la tierra, tiene que doblarse ante el nombre de Jesús. Toda lengua confesará que Él es Señor.
Él, ha sido eternamente el Hijo por naturaleza. Pero también ha sido adjudicada sobre el Hijo la autoridad de la Trinidad. "Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud" (Col 1:19).
"Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Col 2:9).
a. Autoridad Sobre Los Ángeles. En Hebreos 1, Cristo es exaltado sobre los ángeles debido a ambas virtudes: la de Su naturaleza divina y la de Su glorioso oficio. Por eso la Biblia declara: "Y adórenle todos los ángeles de Dios".
A ninguno de los ángeles Dios le ha dicho en ningún momento: "Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies". No obstante, Cristo reinará hasta que el último enemigo sea destruido y todas las cosas sean sometidas debajo de Él. Los ángeles obedecen Sus órdenes.
b. Autoridad Sobre Principados Y Poderes. Leemos en Hebreos 4:14 que Jesús "...traspasó los cielos". Una traducción más literal dice que en Su ascensión Él pasó "a través de todos los cielos".
¿Cuántos cielos hay sobre nosotros? Algunos dicen que hay tres; otros dicen que hay siete. No obstante, a pesar de todos los cielos que haya, Cristo los traspasó a todos a fin de sentarse en el trono más alto de autoridad en todo el universo.
Esa es la razón por la cual Pablo pudo decir que Dios levantó a Cristo de los muertos "…sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo [época], sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo" (Ef 1:20-23).
Aunque Satanás es el "dios de este siglo" y el "príncipe de la potestad del aire", está ubicado bajo los pies de Jesús y tiene que someterse a la autoridad del Cristo exaltado. ¿No hizo Cristo una exhibición de victoria pública sobre los principados y potestades de las tinieblas, triunfando sobre ellos en su muerte expiatoria (Col 2:15)? ¿Acaso no derrotó a Satán y a sus ejércitos al derramar Su sangre y al resucitar del dominio de la muerte con las llaves de autoridad en Su mano?
Ese mismo Cristo está hoy sentado sobre el trono universal con toda potestad a Su disposición.
c. Autoridad Sobre La Iglesia. En Colosenses 1, Pablo establece la preeminencia de Cristo sobre toda la creación. Esto incluye lo visto y no visto en el cielo y en la tierra. Él tiene autoridad sobre tronos, dominios, principados y poderes. Luego, Pablo declara con gran certeza: "El es cabeza del cuerpo, la iglesia".
Un cuadro similar nos es presentado en la Escritura citada con anterioridad (Efesios 1), pero con una diferencia muy significativa.
En Efesios se nos dice que Cristo fue hecho "la cabeza sobre todas las cosas para la iglesia, que es su cuerpo". Así que, podemos ver que Cristo no sólo es la "cabeza autorizada de la iglesia", sino que también es cabeza sobre todas las cosas para beneficio de la iglesia.
La Iglesia, no sólo está obligada a someterse a la autoridad de Cristo, sino que también tiene el privilegio de compartir los resultados del dominio de Cristo sobre todas las cosas en el Cielo y en la tierra. ¿No deberá la Iglesia reflejar esa suprema autoridad de Cristo sobre la tierra?
¡Qué tragedia presenciar una Iglesia derrotada, inefectiva y sin poder ante los asaltos de Satanás!
La verdadera Iglesia es realmente el Cuerpo visible del Cristo entronado quien retiene la autoridad y dominio universal.
¿Acaso no debemos aceptar el reto de ser embajadores fieles, y verdaderos representantes del Rey de reyes?
d. Autoridad Para Salvar Y Para Juzgar. Jesús declaró que el Hijo del Hombre tenía autoridad sobre la tierra para perdonar pecados. Pedro proclamó: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hch 4:12). Sin embargo, ese mismo Cristo tiene autoridad también para juzgar a todos los hombres.
Los creyentes estarán un día ante Él en el Tribunal de Cristo. Los incrédulos le verán cuando Él tome asiento en el Gran trono blanco durante el juicio final.
"Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre" (Jn 5:22, 23).
Nuevamente en el versículo 27, el Padre "…le dio autoridad [al Hijo] de hacer juicio". Escuche a Pablo predicar en Atenas: "Por cuanto [Dios] ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó [a Jesús], dando fe a todos con haberle levantado de los muertos" (Hch 17:31).
B. TENEMOS QUE CREER EN LA AUTORIDAD DE CRISTO
Los puntos delineados en los párrafos anteriores, son solamente vislumbres, unas cuantas facetas de este brillante diamante de la verdad. Como doctrina, todos los cristianos aceptan la autoridad de Cristo. Intelectualmente, todos los creyentes dan su aprobación a ello. Sin embargo, la clave no está en nuestro conocimiento de la autoridad de Cristo, sino en la revelación, en la convicción interna y en el ardor apasionado de la fe de ella.
Ésta, deberá iluminar nuestros corazones y espíritus, al igual que nuestras mentes. Deberá abrazarnos con una dedicación celosa hacia su verdad y una aplicación de corazón en nuestras vidas y servicio al Señor.
1. Ésta Puede Traer Victoria
Nuestra Fe en la autoridad de Cristo, debe ser un incentivo hacia una vida victoriosa. Deberá inspirarnos hacia el servicio victorioso. Deberá hacer que todas las promesas de Dios sean efectivas en nuestras vidas. Deberá retar a la Iglesia hacia un avivamiento victorioso.
No es de asombrarse del porqué el Apóstol Juan "cayó como muerto a sus pies" en la isla de Patmos. Él vio al Señor resucitado y escuchó Sus palabras triunfantes:
"No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades" (Ap 1:17, 18).
Ojalá que la autoridad de Cristo venga a ser la llave, en manos de su pueblo, que haga huir al enemigo y que desate el glorioso poder de Dios.  (Continuará)