martes, 27 de marzo de 2012

LA VARA DEL MINISTERIO.

NÚMEROS 17: 1-13.
INTRODUCCIÓN.
Coré, Datán y Abiram eran levitas, pertenecían a la tribu elegida por Dios para ministrarle solo a Él, sin embargo, a sus ojos, lo que ellos tenían no les era suficiente.
Por eso Moisés les dijo: “¿Os parece poco que el Dios de Israel os haya apartado de la congregación de Israel, acercándoos a él para que ministréis en el servicio del tabernáculo de Jehová, y estéis delante de la congregación para ministrarles…?” (Núm. 16:9), porque ellos no eran sacerdotes, pero sí levitas.
Toda la tribu de Leví fue llamada a servirle a Dios, pero no todos los levitas eran sacerdotes; solamente la familia de Aarón.
Los levitas trabajaban cargando el agua, sirviendo en muchos menesteres en el santuario, pero ellos menospreciaban su ministerio.
Los ministros somos honrados por Dios y por el pueblo que ama a Dios, y hay quienes son atraídos por eso.
No hay necesidad de envidiar ni de altercar con otros por ministerio, pues el que llama es Dios.
Es una honra servirle a Dios, es una honra llevar sus “vasos”, pero el que llama es Él.
Cuando el Señor llama a una persona, da señal de alguna manera de que Él lo llamó a desempeñar esa función.
No hay tal cosa como que Dios llame a alguien y pase desapercibido.

I.- LAS DOCE VARAS SECAS.
Cuando nosotros venimos a Dios, y somos llamados al ministerio, somos como esas doce varas secas (y nuestro ministerio también) hasta que Dios hace su obra en nosotros.
Por tanto, nadie tiene de que gloriarse.
Hay un principio del reino que dice que Dios no llama a nadie capacitado, todo lo contrario, Él lo capacita incapacitándolo.
Hay algo que está muy claro aquí y es que la vara que reverdeció la hizo reverdecer el Señor.
Cuando vienes al ministerio no vienes florecido, aunque seas el psicólogo más consultado, el teólogo más reputado o el filósofo más escuchado, porque en el reino sólo representas un palo que golpea las piedras y levanta polvo del camino.
En ti, por ti mismo, no hay vida.
Por ejemplo: si lees en un termómetro de mercurio la ausencia del calor, veras que la unidad de temperatura desciende totalmente hasta llegar a -0, y si continúa bajando todos los números serán negativos.
Pues, fíjate, así estamos tú y yo, bajo cero, que para llegar a Dios tenemos que desplazarnos hacia arriba, pasar el cero y subir, subir y subir muy alto, hasta llegar a sus alturas.
Por lo cual, Dios no toma nada humano para hacer algo de él, pues lo suyo es santo, justo, verdadero y está en otra dimensión que no es la humana.
El evangelio viene a cambiar al hombre, no a tomarle alguna cosa prestada.
El reino de los cielos no necesita ninguna realización humana para hacer algo divino.
Sabemos que la enseñanza del evangelio es que el hombre es trapo de inmundicia, cojo, miserable, ciego y desnudo.
Por eso, el Señor dice: “…yo te aconsejo que de mi compres oro refinado en fuego”, que simboliza excelencia.
Así que si quieres ser un ministro, un servidor en el reino de Dios, despójate, abre tus ojos y mira lo que eres, una vara seca, y luego dile a Dios: “¡Méteme en tu santuario y hazme reverdecer!”

II.- LO QUE OCURRE CON LA VARA DEL MINISTERIO.
Hay cuatro cosas que ocurrieron con la vara del ministerio que Dios había elegido, como cuatro cosas suceden cuando Dios llama a un hombre.
a.- Reverdece.
Lo primero que ocurre es que reverdece, señal de vida, fuerza y juventud.
El Señor te llama al ministerio y hace que de ti empiece a brotar el verdor, la vida, la fuerza y el poder de Dios.

b.- Florece
Lo segundo que le sucede a la vara es que florece.
En muchas plantas, la flor es el órgano reproductor, por lo que donde hay flores seguro veremos fruto.
Se puede afirmar que el futuro de un árbol está en que florezca y salgan renuevos.
Dios hace florecer y hace reverdecer el ministerio y luego salen los renuevos que son los vástagos, como hablaron Isaías y Jeremías acerca de Jesús, el Mesías. “…renuevo de Jehová”, “…renuevo justo”
Nota la siguiente expresión que dijo el profeta Isaías: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces” (Isaías 11:1).
Cuando un tronco es cortado, lo que se espera es que se pudra o lo tomen como leña para encender alguna fogata, pues ya de él no se espera nada.
Pero en el momento que del palo seco sale un renuevo, hay esperanza, pues sabemos que hay vida.
Jesús fue un renuevo que salió de un tronco cortado, como vástago de Dios, y por Él, de nosotros también, siendo varas secas, salió el verdor, brotó la vida, y han comenzado a salir flores, señal de que vendrá fruto.
Después, seremos árboles frondosos, y echaremos renuevos y más vástagos, hijos del árbol, como sucede ahora con los ministerios que tiene discipulados, y están saliendo ramas y más renuevos, flores, y al final muchos frutos.

c.- Da fruto.
Lo tercero que salió de la vara de Aarón fue fruto. Y ¿cuál fruto? Almendras.
Quiere decir entonces que la vara provenía de un almendro.
La versión LBA agrega algo más, y es que dice que la vara produjo “almendras maduras”.
Lo destaco porque veras que Dios no pudo elegir otro árbol mejor para representar su elección que el almendro.
Un ministerio poderoso en Dios comenzó como una vara seca, como el de Jeremías.
El profeta Jeremías era una vara seca, un niño que no sabía ni hablar, como el mismo le dijo: “¡Ah, ah, Señor Jehová! He aquí, que no se hablar, porque soy niño” (Jeremías 1:6).
Más Dios le dijo: “No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mandé. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca” (vv 7-9).
En otras palabras, Jehová le dice al profeta: “No digas que eres una vara seca, porque yo te hare florecer, y pondré mi palabra en tu boca”.
Un ministro florece cuando Dios pone su palabra en su boca, porque en la palabra está el fruto, está la vida.
Como el agua que baja del cielo y hace producir a la tierra, y da fruto al que siembra y granos a los que almacenan, así es la palabra de Dios, una buena semilla que fructifica donde quiera, pues hace lo que Dios le mandó a hacer, y nunca regresa a Él vacía (Isaías 55: 10,11)”

La palabra es la que tiene vida, y nos hace renacer cuando florece en nosotros.
Ahora, nota lo que le dijo el Señor a Jeremías: “Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar” (Jeremías 1:10).
Pero También le dice: “¿Qué ves Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro” (v. 11).
¿Acaso crees tú que es una casualidad que cuando Dios llama al profeta siendo un niño, y este se siente incapaz, como una vara seca, Jehová le muestra una vara de almendro?
El almendro representa lo que es el ministerio de la Palabra de Dios.

El ministerio es representado por un almendro, y cuando conocemos este árbol nos damos cuenta por qué Dios lo eligió para representar su llamamiento.
Primeramente, el almendro se adelanta a todos los árboles y florece antes que los demás.
Así es un hombre llamado, se adelanta a los demás, y florece como la vara de Aarón floreció.
Otra cosa interesante del almendro es que echa las flores antes que las hojas, cosa muy extraña, pues, entiendo que este proceso se realiza a la inversa.
Cuando Jesús encontró a la higuera llena de hojas, pero sin fruto, La maldijo.
Asimismo, hay muchos que reverdecen pero es simplemente apariencia, no encuentras nada en ellos.
¿Sabes cómo compara el escritor de Eclesiastés al almendro cuando florece, por sus lindísimas flores blancas? El dice que son como las canas de los ancianos (Ecl. 12: 1-5).
¿Y de que nos hablan las canas de los longevos? De madurez, de virtud, de pureza, de honra.
Así como el almendro florece antes que todos los árboles, todo aquel que tiene un ministerio del Señor, florece donde nadie florece, y brota primero que todos, porque es vara de Dios.
El Señor llama al ministerio para florecer, porque tiene su vida y su propósito.
Cuando Dios pone su propósito en ti, todo lo que es de Él tiene que adelantarse como el almendro, no con hojas, pero sí con flores.

Jehová le dijo a Jeremías: “Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra” (Jeremías 1:12).
¿Sabes que significa esto? Aquí hay un juego de palabras, porque la palabra almendro significa en hebreo “velar”, pero también significa “amanecer” (la primera parte del día).
Por lo que, dicho en otra forma, Dios le dice al profeta: “Bien has visto, pues así de rápido tu ministerio de la palabra va a florecer, por que yo velo por mi Palabra hasta que se cumpla”.
El almendro aseguraba al profeta Jeremías que Dios no estaba dormido, sino que velaba para apresurar su palabra y hacerla cumplir.
En otras palabras, de la manera que el almendro se adelanta a los demás árboles en su florecimiento, así la Palabra de Dios se iba a adelantar, pues Él la apresuraba, para que produzca y florezca.
¡Que glorioso es ser ministro de Dios! Florecemos, no simplemente para ser señalados entre diez mil y que la gente sepa que somos llamados por Dios, sino que florecemos para traer Su fruto.
Nuestro florecimiento es la Palabra, y su fruto son las obras magnificas que realizamos en el nombre de Jesús y el Padre nos las concede.

d.- En su presencia.
Ahora hay una cosa importante que llama mi atención, y es que Dios mandó a que las varas sean puestas en su presencia, adentro, en el tabernáculo.
Dios pudo ordenar que se presenten todos los príncipes, cada uno con su vara y luego reverdecer la de Aarón, a la vista de todo el pueblo.
Más, Él no lo hizo así, sino que ordenó que sean colocadas en el santuario, por lo que entiendo que ningún ministerio florece fuera de la presencia de Dios.
Esa vara reverdeció porque estaba delante de Él. Las varas que son llamadas por Dios reverdecen en su presencia.
La vara que hace reverdecer Dios, no tan sólo recobra vida, sino que se llena de flores, da renuevos y frutos incluso ya maduros.
Una almendra verde es sumamente amarga, pero las maduras son exquisitamente dulces y sabrosas.
Un ministerio para Dios reverdece, y luego salen los renuevos, señalando no solamente que está floreciendo, sino que se está reproduciendo.
Ahora, si falta el fruto, para nada sirve. ¿Para que un árbol reverdece y echa flores si no tiene fruto?
Jesús dijo que por el fruto se conoce el árbol, no por las hojas.
También dijo que lo que agrada a Dios es el fruto, por eso es que quiere que llevemos fruto (treinta), más fruto (sesenta), y mucho fruto (100%), en eso es glorificado el Padre.
Quiere decir entonces que mi Padre celestial quiere que yo me reproduzca el cien por uno, para que todo el que se acerque a mi árbol reciba sombra y fruto, y sea alimentado.
Nunca veremos un árbol comiendo sus propios frutos, el árbol da fruto para que se coman otros.
Si nadie los toma, caen, y los consume la tierra, los pájaros u otros animales e insectos.
Quién coma de nuestros frutos no debe ser nuestra preocupación, sino fructificar como quiere el Señor.
Conclusión,
Las cuatro fases que sufrió la vara seca de Aarón en su transformación a rama reverdecida, florecida, parida y en la presencia de Dios, ocurrieron de un día a otro lo cual no es el proceso natural de un árbol.
Eso sucedió por que Dios quería mostrar algo y no podía dejar que pasen muchos días, pero para que haya fruto en un árbol deben darse ciertas fases de crecimiento.
Un árbol primero reverdece, después echa flores, luego brotan sus renuevos y por último da el fruto.
Por tanto, la primera enseñanza es que en Dios tenemos que pasar por un proceso; y lo segundo es que trascurre un tiempo, como pasaron las varas secas un día en la presencia de Dios.
¡Cuánto sucede en nuestras vidas en una noche con Dios! Un ministro llamado aprovecha más en un día con Dios que mil años aprendiendo de los hombres
Un día con Dios no son necesariamente veinticuatro horas. Cuando la Biblia habla del día de Jehová o del tiempo de Jehová, no se refiere a un tiempo de veinticuatro horas, sino de un tiempo con Él.
La vara para reverdecer necesitó de ese tiempo. El que hace florecer es Dios, y el que produce el fruto también es Él.
El hombre no puede hacer florecer un árbol seco, solamente el Creador tiene esa capacidad, pero se la da a aquellos que Él llama.
Por tanto:
Nadie crece, sino en la presencia de Dios.
Nadie reverdece sino en la presencia de Dios.
Nadie florece, sino en la presencia de Dios.
Nadie da fruto, sino en la presencia de Dios.

19 comentarios:

  1. Muy buenos temas contiene su blog, hermano. Gracias por su generosidad al compartirlos en la Internet. El Señor bendiga fuertemente su ministerio. Le agregaré a mi lista de oración. Bendiciones!

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  2. Gracias por la reflexion muy completa y bendecida mis oraciones por ud. estimada hermano y por su ministerio en Cristo

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  3. Que gratificante y fructifera enseñanza, muchisimas gracias por compartir las riquesas de Dios a tu vida, para los demas.Que Dios siga añadiendo sabiduria a tu vida.

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  4. Su mensaje es sencillo y claro, muy bueno en lo que a enseñanza respecta. Dios lo siga usando mucho.

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  5. Dios le bendiga rica y abundantemente conforme sus riquezas en gloria. Gracias por esta reflexion. Hoy me levante queriendo saber que significaba lo que ud. muy bien me ha explicado. El Senor me ministro una vez sobre este tema y yo recien convertida no entendi. Lei la biblia, trata de decifrar el mensaje y me confundia mas. Asi que lo deje ahi, "ya Dios me dira que es"....Ahora entiendo mas claramente.....porque la vara esta reverdeciendo en mi desendencia, porque Dios esta llamando en mi desendencia, hay un proceso y un tiempo para ello....sin atribuirme algo sin que Dios lo haya pensado y decidico.........Gracias por esta pagina sigase dejando usar por Dios de forma sencilla, clara y directa. Amen Dios le bendiga siempre.

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  6. me encanto!!muy bien desglozado y explicado

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  7. Muy Bendecido e sido con Vuelta enseñanza, Bendiciones !!!

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  8. Exelente Mensaje bendiciones de lo alto 🌷🌷

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  9. Muy buena explicación.. Me parece de lo más acertado su comentario

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  10. Gracias;ha sido de mucha bendicion para mi!!!Dios lo bendiga!!

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  11. me encanto la reflexión Dios lo bendiga

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  12. exelente hermano muy buena reflexión

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  13. Gracias por esta hermosa reflexion.Edifico mi vida... DIOS SIGA BENDICIENDO SU VIDA CON SABIDURIA,

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