“Soy parte de las ovejas sin vergüenza. Tengo el poder del Espíritu Santo. La muerte ha sido vencida. He pasado la línea. La decisión ha sido tomada. Soy un discípulo Suyo. No miraré atrás, ni bajaré la guardia, no desistiré, ni retrocederé.
Mi pasado ha sido redimido, mi presente tiene propósito, y mi futuro es seguro. He terminado, estoy cansado de caminar por el mundo, sin planes, sueños sin colores, visiones oscuras, habladurías mundanas, suministrándome baratamente metas pequeñas.
Ya no necesito posición, prosperidad, promociones, popularidad o aplausos. No tengo que tener siempre la razón, ser el primero, el mejor, reconocido, alabado, o recompensado. Ahora vivo por fe, me rindo ante Su presencia, camino con paciencia, y soy levantado en oración y trabajo con poder.
Mi cara está puesta, mi paso está apresurado, mi meta es el cielo, mi camino es estrecho, mi vía es áspera, mi Guía es confiable, mi misión es clara. No puedo ser comprado, comprometido, no puedo dar marcha atrás, ni ser relevado. No vacilo ante el sacrificio, ni dudo en la presencia de adversidad, no negocio con el enemigo, ni me tienta la popularidad, no me dedico a la mediocridad.
No me rendiré, no me callaré, hasta que sea levantado, restaurado por Cristo. Soy un discípulo de Jesús. Yo iré hasta que El venga, daré hasta agotarme, predicare todo lo que sé, y trabajaré hasta que El me detenga. Y cuando El venga, no va a tener ningún problema en reconocerme, mi bandera está clara.”
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